Situada en una costa de pronunciadas penínsulas y de una multitud  de playas apartadas y muy tranquilas, Paraty tiene a sus espaldas altas montañas selváticas que parecen abalanzarse sobre las centenares de islas que emergen de las aguas cálidas y transparentes.  Hasta 1954, sólo por mar se podía llegar a Paraty. 

Una de sus penínsulas, Juatinga, que se alza en la costa meridional de Río de Janeiro, tiene 20 asentamientos. Uno de ellos es Praia do Sono (Playa del sueño) habitada solamente por población nativa. En Praia do Sono, la mayoría de los hogares sólo tienen fosa séptica, pero desde hace diez años la comunidad comenzó a recibir el turismo de masas y hoy no hay tanque séptico que pueda resistir. Parte de la red de alcantarillado y el agua de los sumideros y depósitos termina en el río, que desemboca en el extremo de la playa, dirigiéndose directamente hacia el mar. En este río, más conocido como “La poza”, decenas de niños disfrutan refrescándose del calor. A metros de La Poza, Isabel, la curandera del pueblo, espera pacientemente vender algunos de sus fármacos en la única droguería del pueblo. Pueblo de pescadores y de artesanos, Praia do Sono lucha año a año para conciliar la armonía entre sus habitantes nativos y el inminente turismo creciente.